martes, 2 de noviembre de 2010

De los muertos




De los muertos
Onacico in nacian, in nopoliuhya
In noxamanca in nopoztequia.
Alcance mi alcanzadero, mi destrucción
Mi ruptura.
Timothy Leary, y su libro tibetano de los muertos hacen un breve pero conciso esquema de la polaridad de la vida y la muerte, de lo remanente de las vidas pasadas que adquiere la persona en la reencarnación, la muerte, inherente a la vida es el termino de un ciclo que alimenta a los mitos y tradiciones a lo largo de la historia.  La posibilidad de existencia de vida después de la muerte alimenta a la imaginación y ha acompañado a los hombres y mujeres en su caminar en la historia. Algo tan místico impensable como es la muerte deja puertas abiertas para una virtud humana tan generosa que es la imaginación, y la imaginación es el motor de la creatividad.
Para los antiguos egipcios no había nada más importante que preservar el alma de sus muertos de tal forma que no sufrieran en el camino al inframundo.  Era esa la recompensa y su riqueza, el estadio sereno del alma en el reino de los muertos que desde hechizos rituales, hasta embalsamados y construcciones de magníficas tumbas, cuanto más dinero tenían, más gastaban en su preparación para la muerte.
La muerte y la vida es la perfecta materia prima de las religiones, de los mitos, de la magia, de los procesos espirituales de la humanidad, de lo que el hombre no entiende, pero admira y consecuentemente adora. La muerte es la continuación cíclica de la vida, el proceso de renovación que escatológicamente es la forma de terminar el ciclo del ser. La simbología a lo largo de la historia es una clave fundamental para los procesos de la vida, el tarot por ejemplo sitúa a la muerte el arcano trece, en una posición de renovación que produce miedo y asombro, pero alimenta el cambio y el proceso vital irónicamente, promueve la revolución de los acontecimientos en los diversos aspectos de la vida. Algo similar al sacrificio, donde las ofrendas de sangre eran peculiarmente entre los aztecas una forma de darle vida al sol, que traía cosecha y alimento, que alimentaba al sol para dar vida.
El culto a los muertos en el México prehispánicos heredo una basta cultura que con el sincretismo colonial y el catolicismo hicieron una tradición que perdura hasta nuestros días. En el México prehispánico era concebida como dispersión de los distintos elementos anímicos que eran el teyolia, el tonalli y el ihiyotl, se puede entender estas entidades como analogías de los distintos aspectos de la personalidad y su proyección social que las personas tenían en vida, el primero el teyolia, reubicaba en el corazón y en el radicaba la esencia humana, la vida y todas sus facultades mentales, la familia y su arraigo social. El tonalli ligado al la individualidad, al ego y al destino personal era el guardado por los familiares en forma de ceniza con algún mechón de cabello. El ihiyotl era el centro energético de las pasiones, era la totalidad y se dispersaba sobre la tierra al morir la persona, podía convertirse en fantasma o en enfermedad.

La muerte para los antiguos mexicanos

Los hombres y mujeres tenían destinados un lugar específico al momento de su fallecimiento. Por ejemplo, se tenía la creencia que los guerreros muertos en combate o en sacrificio eran elegidos para acompañar al sol desde su nacimiento por el oriente, hasta el mediodía,  y  las mujeres muertas en parto quienes eran consideradas como guerreras por la lucha que tuvieron que sostener al dar a luz  eran elegidas para acompañar al Sol desde el mediodía hasta el atardecer. Pero sólo los hombres, al cabo de cuatro años de acompañar al astro rey en sus viajes diarios, se convertían en aves de rico plumaje para regresar así a la vida terrena.
 
El tlalocan, era otro lugar donde iban los muertos, pero aquí iban los que partieron de esta vida por diversas enfermedades como la gota, la sarna, la lepra, por ahogamiento o por un rayo.  Se tenía la creencia de que este era el lugar de las delicias, de veraneo, de verdor absoluto, en donde no hacía falta nada. En él residía el Dios del agua y sus ayudantes, los tlaloques.
 
Y el tercer lugar a donde se dirigían los muertos era el Mictlán al que iban todas las personas que morían de muerte natural o de enfermedades no relacionadas con el agua. Se creía que para llegar a este sitio, se tenía que atravesar un largo camino lleno de peligros entre los que estaban: el lugar de la culebra que guarda el camino, y el lugar del viento frío de navajas.
 
En el Mictlan residía una dualidad: Mictlancihuatl y Mictlantecuhtli, señor y señora del mundo de los muertos. El Mictlan era concebido también de forma dual, como una caverna a través de la cual llegan los muertos, pero de igual forma era el lugar del nacimiento de los hombres. La dualidad espiritual entra en la batalla mitológica entre las dos antitesis presentes en casi todas las culturas, incluso apreciamos rasgos de regeneración entre la batalla mítica entre el bien y el mal, que de la derrota de uno surge el otro y así sucesivamente, de la muerte la regeneración y la reencarnación del espíritu. La nueva vida.

El dios Quetzlcoatl, como podemos ver en el siguiente relato tomado del libro: “Los Antiguos Mexicanos”, de Miguel León Portilla:
 
“Y luego fue Quetzalocoatl al Mictlan,
se acercó a Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl y en seguida les dijo:
-“vengo en busca de los huesos preciosos
que tú guardas,
vengo a tomarlos”
y le dijo Mictlantecuhtli:
-“Que harás con ellos, Quetzalcoatl?”
y una vez más dijo (Quetzalcoatl)
-“Los dioses se preocupan porque alguien viva en la tierra”.
 Y respondió Mictlantecuhtli:
-“Está bien, haz sonar mi caracol
Y da vuelta cuatro veces
alrededor de mi círculo precioso”.
 
Pero cuando Quetzalcoatl recogió los huesos y se alejó,  tropezó cayendo al suelo, donde se esparcieron los huesos. Cuando finalmente logró salir, los bañó con su sangre, a la vez que los dioses hicieron penitencia, logrando así el nacimiento del género humano. Con este relato, nos damos cuenta nuevamente cómo se repite el concepto dual de los aztecas, ya que de los huesos de los muertos, nació la vida, es decir el proceso mítico de regeneración, que simboliza los eternos ciclos humanos y naturales estructurados en la creación de mitología, símbolos y religiones.


Animales representativos de la muerte
 
Los aztecas también tenían la creencia de que algunos animales eran representativos de la muerte y  el murciélago era uno de ellos ya que vive dentro de las cuevas y sólo sale de noche. Pero también, de acuerdo a su mitología, las lagartijas y las serpientes  eran animales que asociaban con la muerte ya que según sus relatos, estos animales eran encontrados en el recorrido que tenían que hacer los muertos hacia el Micltan.  El perro era otro que tenía una conexión con la muerte, pero de forma benéfica que ya que eran ellos quienes ayudaban a los difuntos a  cruzar el río de las regiones de los  muertos. Y sumados a lo anteriores, aparecen también los jaguares, los búhos, las  lechuzas,  las arañas, los alacranes, los ciempiés y los gusanos, todos los cuales tenían diferentes conexiones con los muertos.

Jung hace apología al uso de animales como representaciones de lo oculto, el inconciente y la penumbra que se cierne en la psique del ser humano, muchos de los animales asociados a la muerte eran representaciones del lo oculto, del temor a lo desconocido y su pragmatismo simbólico en elementos animistas.


 


La muerte define al antepasado, antaño, ayer y ahora…
La muerte permanecía en el cortejo de las almas,
fuente inagotable del río de lo ancestral. (Alain Bretón)

La tradicion del dia de muertos
El choque entre culturas en la conquista y la evangelización de los indios, trajo consigo un sincretismo cultural que destruyo en gran medida el culto a la muerte, pero no el culto a los muertos. Por una parte los evangelizadores creyentes de una entidad anímica única y eterna, no comprendían el sentido anímico del indígena, y la clara visión transición de las almas, donde según la forma de morir de la persona se iba al Tlalocan a comparar al sol,  al Mictlan, con el señor de los muertos, y al Xochatlalpan donde los bebes muertos eran llevados acompañar al árbol nodriza, donde tenían una nueva oportunidad de vida. Los católicos y los cánones establecidos para la iglesia católica implicaban unificar el entierro según las tradiciones y las leyes eclesiásticas. En la colonia y las primeras parroquias e iglesias o templos, se solía enterrar a los difuntos en “la casa de dios” y esta costumbre no era muy bien vista entre los asentamientos indígenas, donde no querían entrar a la iglesia porque era la casa de los muertos. El catolicismo concibe la existencia humana como el cuerpo y el espíritu, la costumbre del entierro es de origen judaico y se remonta a la época de Jesucristo. En esos tiempo las inhumaciones se hacían fuera de los poblados, en el cruce de los caminos, practica que también tuvieron los romanos es épocas paganas.

La tradición del dia de muertos pues, es el resultado de las creencias prehispánicas animistas y la mezcla de creencias católicas que en la época colonial el sincretismo cultural se encargo de fundir en la tradición, los grupos indígenas ofrendaban a los muertos después de ser evangelizados mezclando en la ofrenda imágenes religiosas de culto católico. La celebración se realiza los días 31 de octubre 1 y 2 de noviembre señalados por la iglesia católica para honrar a la memoria de todos los santos y de los fieles difuntos, que coincidía con las fiestas agrícolas de la época prehispánica. Las ceremonias dedicadas a los muertos en el México prehispánico destacan dos, la primera celebrada en el noveno, llamada Tlaxochimaco, o miccailhuitontli, es decir, fiesta pequeña de los muertos o fiesta de los muertos pequeños, y otra Xocotl uetzi, también nombrada Hueymiccaihuitl, la fiesta grande de los muertos, festejada en el décimo mes. Es probable que el rito se celebrara en el ultimo dia de la veintena que engloba cada mes. Quizá por ello los días de celebración de los difuntos se establecieron en México el primero y el dos de noviembre, primero la fiesta de los niños, y después la fiesta de los adultos muertos, como en la tradición antigua. Fuera de estas celebraciones se rendía culto a los muertos en otras ocasiones, aunque cada una se celebraban distintas clases de animas.
La ofrenda como rasgo mas importante es el lugar donde las almas regresan para disfrutar de la esencia de los parientes que aun en vida recuerdan su paso por el mundo en si mismo el altar es pequeño lugar donde se coloca un mantel con papel picado, diversos alimentos del gusto del difunto, veladoras, copal encendido, y flor de cepazuchitl, y agua bendita. Cada uno de estos elementos es necesario para garantizar la felicidad de las animas de los difuntos en su paso anual por los lugares que habitaron. Los adornos de pétalos de cepasuchitl es una tradición prehispánica, el nombre hace referencia al cepoatl o lugar de los muertos, de los no nacidos y de los difuntos, y xochitl que significa flor.
La creatividad de los altares de muertos en la actualidad conforman un basto universo de creencias que definen la cultura de México y que enriquece la devoción por las animas que trajinan de su lugar de descanso al mundo de los vivos, desde el papel de china picado que adorna el altar, y el maravilloso olor de la flor que los miles de altares en los miles de panteones en el país, los dulces y comida que adornan el altar, el copal encendido y la música de algunos lugares del país, son claro reflejo de la basta cultura popular que ha evolucionado desde la época prehispánica hasta nuestros días. No hay reglas establecidas para la elaboración del altar de muertos, no es cierto que tenga que llevar forzosamente 3 niveles ni papeles de colores. La integración de los diversos elementos en los altares a lo largo del país no deja claras reglas para el altar solo elementos en común como la flor de cepazuchitl, el copal agua vendita y algo de comida, es pues la imaginación la que promueve la creatividad en la creación de los altares populares.
La cultura del dia de muertos ha creado un universo en el imaginario popular y creando las calaveras, o dichos urbanos que son versos elaborados y satíricos que comentan en forma de epitafio las acciones de las personas vivas sin respetar posición social económica o eclesiástica. Son versos de origen colonial relacionados con expresiones medievales.  Las calaveras alcanzaron gran auge a principios del siglo XX cuando José Guadalupe Posadas ilustro muchas de ellas en diversos folletos populares, que posteriormente continuaron los grabadotes del Taller de Grafica Popular.
La trascendencia de los altares del dia de muertos son un reflejo de una cultura tan basta y rica que difícilmente pasa desapercibida para el resto del mundo. Son tradiciones de siglos que aun perduran y que identifican a una nación por su imaginación y creatividad, es la esencia de un pueblo la que recuerda a sus difuntos, los adora los venera y los respeta en un país que conforma un espectro cultural tan basto como México y que brilla como un diamante.

leok

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