viernes, 3 de septiembre de 2010

De fernando Benitez



Los Indios Vivos

De Fernando Benítez

Yo mismo dedique algunos años de mi vida al estudio de los indígenas y desde luego creo haber sido testigo de sucesos extraordinarios para nosotros, como la democracia.
Un indio se inicia como topil (policía) y asciende hasta gobernador merced a los servicios siempre gratuitos presentados a su pueblo. El poder supone una gran responsabilidad, un gran honor y un enorme sacrificio. Es el único gobierno democrático en el país y el único que no figura en la constitución.

¿A que se debe esto? A que los indios y sobre todo los chamanes, mantienen una conducta impecable, son hombres de poder, guerreros, magos capaces de reactualizar el Gran Tiempo, el tiempo cargado de energía en que los dioses realizaron sus hazañas creadoras, a través de sus mitos, de sus rituales, de sus danzas.

Viven fuera del tiempo y del espacio. Para los americanos el tiempo es dinero, para los indios la división es clara entre el tiempo de trabajo, generalmente sacralizado, y el tiempo de los rituales y de las fiestas. Cuando por primera vez visite a los huicholes, era mas ignorante de lo que soy ahora. Observe a un indio que pescaba en el río y que en media hora logro hacerse de un pescado. Debo aclarar que yo comía tampoco como todos: tortillas, chile, frijoles. Recorría la aldea en busca de un huevo y casi nunca lo encontraba.
Le dije al indio: ¿Por qué no estas una hora y pescas dos? Uno te lo comes y el otro me lo vendes. El indio se limito a sonreír y a mirarme de un modo que equivalía a decirme: eres un pendejo prefiero no responder. Y el indio tenía razón, según supe amas adelante. Debía pedirle uno de sus hijos a la diosa o la dueña de los peces, con la intención de dar el alimento de sangre a la niña maíz que se acostaba en la milpa y pedía una ofrenda y un conjuro. Esta regulación mágica de la pesca se lleva a la cacería y la agricultura.
Un indio tepehuan trabaja dos días en el aserradero; al preguntarle por que no trabaja cinco días, me responde: “con dos días me basta para vivir en una semana. Los otros días trabajo en mi parcela, pesco, platico con mis amigos, pienso muchas cosas”.
La imagen del indio dormido a la sombra de un nopal no es tan arbitraria: piensa en sus dioses, en sus muertos analiza su vida, recuerda mitos, trata de dar un sentido profundo a su vida espiritual, ahorra su energía sin mal gastarla en quehaceres o en acciones para el no importantes, mientras nosotros, para ganarnos la vida, nos desgastamos haciendo trabajos rutinarios, detestables e inútiles.
Quizás esta manera de entender el tiempo no sea útil a la economía nacional pero después de todo, tal es la aspiración de los civilzazos: disponer de mas tiempo y librarse de tareas ingratas a fin de hacer lo que realmente se desea, y dar un sentido superior a existencias grises y monótonas.
Deshacerse de la prisa, de la agitación, del sentimiento importante, y trabajar para los otros, sin pedir nada a cambio, revelan una moral y un desinterés que a otros nos falta, y por esos somos desgraciados, egoístas y codiciosos. Desconfiamos de todo. Los indios confían en ellos mismos en su grupo cerrado, y solo recelan de los mestizos que los roban e invaden sus tierras.

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