martes, 3 de agosto de 2010

Muertos y aparecidos


En esta ocasión voy a contar algunas historias, sobre los muertos y aparecidos de las que abundan mucho en estos lugares, como la historia de la casa de los Manrique, la peña de Cristo, la niña de don Hilario y otras más que datan de la colonia y otras más que datan del siglo XIX y principios del XX. Por ejemplo de las casas francesas de las calles de Ocampo y Morelos que pertenecía a la familia Aceves, y cuentan que una doña de la casa que clavaba un clavo, para colgar un cuadro con la imagen de cristo, clavo varias veces y el clavo se le hundía, hasta que derepente, se le vino el chorro de dinero encima, y dicen que había dicho la susodicha, que al que dios le quiere dar por la tronera le ha de entrar; y a gozar con el dinero del muerto dijo. “Y con otra” como decía el amigo Don Carmelito un amigo y vecino del lugar que contaba, que también a doña Lupita Palomar, se había puesto pinta (la enfermedad del pinto) de cuando se encontró el dinero en la pata del limón que crecía en el patio de su casa, pero contaba la martita que el muerto, la asediaba mucho y a todas horas se le aparecía, y no la dejaba en paz con las apariciones, hasta que había momentos en que se desmayaba, Porque hubo veces que sus familiares y vecinos, la encontraban tirada junto a su cama, y esto seguido le pasaba hasta que desenterró el dinero. Lo mismo le pasaba a la tía concha, la esposa de mi tío Tomas, a ella se le aparecía un Catrín, la tía concha lo describía muy elegante, que vestía todo de negro con una faja roja y la hebilla de su cinturón muy dorada. También a ella la molestaba mucho el muerto, en cada una de las apariciones, se ponía a temblar y se le hacia nudo la lengua y no podía proferir palabra alguna, y caía en desmayo, hasta que un día el Catrín, le hablo y le dijo, que había que ir una noche hasta el cerro del “chongo morado” que encontraría un mezquite con la pata retorcida y las raíces como manos aforrándose a algo y ahí debería escarbar hasta una profundidad de 1 metro, a metro y medio o dos, pero que tenia que taparse los oídos, para no escuchar los ruidos que saldrían de ese lugar, que según cuentan los acompañantes de la tía era como si arañaran la madera de una caja y los gritos que se oían eran espantosos. Y siguieron escarbando hasta que en un momento sintieron que los picos y las palas tocaban algo como un cajón, y al descubrirlo, solo encontraron el esqueleto del difunto que tal parecía, cuentan, que lo hubieran enterrado vivo. Quedando todos muy impresionados por la escena de horror ante sus ojos, no sabiendo que hacer con aquello, y siendo personas religiosas no quisieron dejarlo a la intemperie y fueron a preguntarle al cura que hacían con el muerto. Y lo primero que les pregunto el cura fue que cuanto dinero habían encontrado, y la tía concha le dijo inmediatamente que solo el esqueleto habían hallado pero que ni una monedita siquiera, y el cura le replico “no me estén echando mentiras porque los puede castigar el muerto”, pero si no encontraron nada, van a tener que mandarle decir una misa la cual cuesta 5 pesos, y después le darán cristiana sepultura. Y ya se hizo lo que el cura dispuso, y cada quien se fue a su casa en santa paz. Y desde entonces jamás se le volvió aparecer el Catrín, pero a ella después le apareció diabetes y presión alta, de la cual murió. Y así es como acabo la triste historia del muerto y aparecido de la tía concha.

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